martes, 4 de noviembre de 2008

El Triunfo del Desengaño


Recién llegado a Roma, en 1707, Händel consigue el reconocimiento de las clases altas de la ciudad como gran compositor y excepcional intérprete del clave y del órgano; obtiene la protección de los cardenales Ottoboni y Pamphili y del marqués Ruspoli, reputados mecenas -todos ellos- de la música; traba amistad con dos grandes compositores: Alessandro Scarlatti y Arcangelo Corelli,cuya influencia sobre sus creaciones posteriores será determinante; y compone su primer oratorio profano, sobre un texto del cardenal Pamphili, El triunfo del tiempo y del desengaño. El texto, es una auténtica alegoría moral sobre la fugacidad de la belleza y los placeres mundanos en la que disputan cuatro personajes: La Belleza (juventud), El Placer, El Tiempo y El Desengaño.


El personaje central de la obra es la Belleza que al principio se encuentra al lado del Placer, pero que por la influencia del Tiempo y del Desengaño, abandona y “recibe la verdad de Dios”.


El pasado domingo, Apertil y servidora se presentaron en el Teatro Real de Madrid, dispuestos a disfrutar de este bellísmo oratorio handeliano, con un reparto de campanillas, en principio. Isabel Rey, Vivica Genaux, Marijana Mijanovic (todo un mito en el foro de Una Noche en la Ópera) y un tenor que no teníamos escuchado, Steve Davislim. Y al palito de, Paul McCresh al frente de la Orquesta Titular del Teatro Real.


El resultado, irregular y con victoria clara del desengaño.


Isabel Rey, fue la encargada de convertirse en una especie de Marylin Monroe, una auténtica Belleza, que terminará cogiendo los hábitos, tras abandonar al Placer. Rey fue probablemente lo mejor de la noche, aunque no fuera ella la que recibió los mayores aplausos. De menos a más, la soprano valenciana y que está algo olvidada en España, terminó su actuación (y por ende, la representación del oratorio), con un “Tu del Ciel ministro electo” de poner los pelos de punta. Casi por ver este delirio místico y lo que consiguió Rey, valió la pena asistir.


Vivica era el Placer. Era la primera vez que la escuchaba en directo y la verdad es que me defraudó un poco. Con problemas de afinación en algunos momentos (sobre todo en el duo con Rey, “Il voler nel fior degl´anni”), de fiato que cortaron de forma no muy ortodoxa pasajes de “Un pensiero nemico di pace” que probablemente sea el aria con más pirotecnia vocal de la obra; y con un comienzo flojito del “Lascia la spina” (la que el propio Handel convertiría en el Lascia ch´io Piangia). Me esperaba mucho más de ella.


“Marijuana”, ¿contalto? Amos hombre! Como decía Apertil, parecía un diesel. Eso sí, un diesel que no arranca. Voz arificiosa, nasal, con graves huecos, calante… Un espanto.


El tenor australiano, Steve Davislim entró en escena con un “Urne voi” de quitar el sentio. Voz homogénea, con graves, con capacidad de darle ese tenebrismo del aria…

Pero luego, más desengaño. Otro que desafinaba…


Por que esa fue la noche de los sonidos desafinados, a la que por supuesto se unió la Orquesta del Real. Pese a que McCresh ya trabajó con ella el año pasado en Tamerlano y que se había traído refuerzos, de donde no hay no se puede sacar y comenzaron a desafinar con la Sonata del overture. En la segunda parte del oratorio parece que se centraron más y anduvieron más entonados. Pero la lectura fue plana, plana, plana.


De la puesta en escena de Jürgen Flimm, la verdad no voy a hablar mucho porque la verdad, paso. Mucho movimiento en escena, con personajes que entran y salen no sé para qué. Bueno sí, en la mayoría de los casos, para molestar . ¡Ah! Una botellita de vidrio que cayó y rodó por el escenario, consiguió romper la magia del Urne voi (pa´cortarle los ****** al director de escena).


Lo mejor de la noche: mi acompañante y lo que se celebraba. :-)

4 comentarios:

  1. Chica, no me digas esas cosas... que yo voy mañana.

    Eso sí, con el OTRO reparto.

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  2. Pos que la fuerza te acompañe...

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  3. Mocho, hay gente que ha salido encantada.

    Ya te leeremos. :-)

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  4. Pues he salido encantado.

    Era el segundo reparto con Isabel Rey importada del primero.

    Qué escena final, sobrecogedora.
    Las mujeres, las tres MUY bien.
    El tenor, pichís pichás.

    La escena, muy plástica, muy estética, pero no sirve para nada hasta el final, porque es un oratorio en el que NO OCURRE NADA.

    Un poquito largo de más sí se me hizo, sobre todo la primera parte.

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