Comencemos con Marcelo Álvarez, por participar en el primer reparto de estas funciones. Sus actuaciones vinieron precedidas por unas declaraciones a prensa, que sentaron mal sobretodo a los "dominguistas". Marcelo, cargaba contra las incursiones de Plácido Domingo en la cuerda baritonal (Simone Boccanegra), con las que estoy más o menos de acuerdo (Plácido que haga lo que quiera, pero eso de bajar la emisión para afrontar papeles de barítono, a mi no me convence). Pero el problema es que ve la paja en el ojo ajeno y no en el propio, porque Marcelo no puede con Chénier. Y eso se escucha en el audio.
Marcelo canta forzado, y algo a trompicones. Sus agudos son mates, sin brillo, abiertos y se le quedan atrás. Ha suspedido varias representaciones, achacando problemas físicos, que yo no dudo que tuviera, pero que, el sólo hecho cantar Chénier, creo que también ha contribuído bastante a estas cancelaciones.
Fabio Armiliato, canta el segundo reparto y otro que llega a sus representaciones madrileñas con algo de polémica. Armiliato estuvo ensayando en Madrid, Chénier, pero antes de su primera función estuvo en Tokyo cantando Radamés. La cosa podría quedar ahí, y no pasar nada, pero el problema es que en la primera función de Chénier que afrontó, sólo tuvo voz para cantar el Improvviso, perdiendo la voz a lo largo de la función. Muchos aficionados culparon a las representaciones de Aida en Tokyo.
Ese centro suena "abombado", no es un tenor para cantar Chénier (al igual que muchos otros rôles que suele afrontar), pero desde luego, suena mejor que el de Marcelo.
Y por último El León. No el de Florencia, el gran Mario, sino el tinerfeño Jorge de León, la gran revelación y triunfador de estas representaciones. Curiosamente, el hijo del gran Mario, Giancarlo del Monaco, tuvo mucho que ver en que Jorge cantara estos Chénier.
Desde el tercer reparto, y a base de sustituir a Marcelo, ha logrado triunfar en el Real. Una voz potente, ancha, con cuerpo, apropiada para cantar este rôle. Con unos agudos timbradísimos con squillo por arrobas, que han estado llenando la sala del Real (éste seguro, segurísimo que no necesita "amlificación"), que hacen vibrar a los aficionados a los que nos gusta este tipo de "óperas abyectas y finisiculares cantadas con voces vociferantes" (el pobre Tellez, seguro que se ha tenido que tragar alguna representación de Chénier), entre los que me encuentro. Además de agudos, tiene un passaggio solidísimo y cuenta con muy buena técnica. Su canto, en ocasiones demasiado vehemente, hace que pierda algo de fuelle y apoyo respiratorio. Es joven, tiene cosas que trabajar, pero material tiene. Para un ánalisis más técnico, pasaos por el blog del consorte...
Esa subida al agudo en "amor" es para poner los pelos como escarpias