“The great event of the evening was Jenny Lind´s apperance and her complete triumph. She was a most exquisite, powerful, and really quite peculiar voice, so round, soft and flexible”. Estas son las palabras que la reina Victoria le dedicaba a Jenny Lind en su diario, el 22 de abril de 1846.
Johanna Maria Lind (Estocolmo 6 de octubre de 1820-Malvern, Worcestershire, 2 de noviembre de 1887), conocida como Jenny Lind, fue una de las sopranos más importantes de todos los tiempos. Apodada como “El ruiseñor sueco”, obtuvo gran celebridad en su tiempo, gracias a sus interpretaciones operísticas, en Europa y en América, donde adquirió una extraordinaria popularidad gracias a una gira iniciada en 1850. También desarrolló una importante tasca filantrópica.
Lind era hija ilegítima de una maestra de escuela, Anna Marie Felborg, que se casó con Nikla Lind, después del nacimiento de Jenny.
Lind destacó desde muy jovencita por su voz. A los 9 años, la doncella de Mademoiselle Lundberg, la bailarina principal de la Ópera Real Sueca, la escuchó cantar. Al día siguiente regresó acompañada por Lundberg, quien le consiguió una audición por la que fue aceptada en la Escuela del Teatro Real. Lind estudió con Herr Croelius, el maestro de canto del Teatro Real.
Comenzó a cantar sobre un escenario con 10 años, y a los 17 era la favorita de la Ópera Real de Suecia. A los 20 ya era miembro de la Academia Real Sueca y cantante de cámara del rey de Suecia. Su primer gran papel, fue el de Agathe , en Der Freischütz, de Weber en 1838. Fue recibida por toda Europa con un éxito arrollador, a pesar de su miedo escénico. Entre 1841 y 1842, estudió ópera francesa e italiana con Manuel García en París, aunque también se dice que las clases con García se debían más bien a ciertos problemas vocales que fueron corregidos por él. García obtuvo el reconocimiento de la Universidad de Estocolmo y del rey de Suecia.
En el año 1843, hizo una gira por Dinamarca, en la que conoció a Hans Christian Andersen. El escritor danés se enamoró de ella, pero no fue correspondido. Jenny Lind le inspiró en algunos de sus cuentos como “El ruiseñor”. En su autobiografía, Andersen cuenta su relación con Lind:
Tengo que remontarme al año 1840. Un día, en el hotel de Copenhague en que vivía, leí en el tablón de anuncios entre los nombres de otros huéspedes de Suecia, el de Jenny Lind. Ya por entonces sabía que era la primera cantante de Estocolmo; aquel mismo año había estado en el país vecino, donde me habían dispensado toda clase de honores, y me pareció oportuno ir a ponerme a disposición de la joven artista. Todavía no se la conocía fuera de Suecia, afirmaría incluso que pocos debían ser los que conocían su nombre en Copenhague; me recibió muy cortés pero distante, casi fría; dijo que estaba viajando con su padre por el sur de Suecia y que se habían acercado a conocer Copenhague. Nos despedimos como dos desconocidos y a mí me dio la impresión de una persona corriente que caería pronto en el olvido. En otoño de 1843, Jenny Lind, estaba de nuevo en Copenhague; mi amigo Bournonville, el gran maestro de ballet, que tenía una mujer encantadora, hija de un pastor sueco y amiga de Jenny Lind, me contó que estaba en la ciudad y que guardaba grato recuerdo de mí; ahora había leído mis obras y tendría mucho gusto en saludarme. Me llevó a verla pidiéndome que le ayudara a convencerla de que aceptara cantar en el Teatro Real.
Subimos a ver a Jenny Lind y esta vez no me recibió como a un extraño sino que me estrechó la mano cariñosamente y se puso a hablar de mis obras y de Frederika Bremer, que era también muy amiga suya; pronto recayó la conversación sobre su aparición en Copenhague, pero Jenny Lind se mostró muy asustada de la idea: “Todavía no he cantado nunca fuera de Suecia y allí son todos tan amables conmigo que me moriría si cantase en Copenhague y me patearan. No me atrevo”. Yo le dije que naturalmente no podía juzgar cómo cantaba, porque no la había oído, y que tampoco conocía su talento dramático, pero que estaba seguro de que tal como estaban las cosas en Copenhague, con un poco de voz y ciertas dotes para la escena le bastaría para tener éxito; que pensaba que debía intentarlo.
Así, gracias a los esfuerzos de Bournonville, el público de Copenhague pudo gozar de uno de los mayores acontecimientos teatrales de su vida. Jenny Lind era una verdadera revelación en el reino de las artes; su maravillosa voz, llena de frescura juvenil, llegaba a los corazones de todos. La autenticidad de su canto daba una fuerza especial a sus interpretaciones. Luego dio un recital de canciones suecas. Fue algo tan asombroso y encantador que uno se olvidaba de que estaba en la sala de conciertos, hechizado por la fuerza de las melodías populares en aquella voz que era todo feminidad marcada por el sello inmortal del genio.
(…)
Al año siguiente estuve en Berlín; un día vino a verme el compositor Meyerbeer y empezamos a hablar de Jenny Lind; él le había oído cantar las canciones suecas y se había quedado asombrado. “Pero, ¿cómo actúa? ¿cómo dice las réplicas?”, me preguntó y yo lo expresé mi gran fascinación. Me dijo que a lo mejor iba a traerla a Berlín, que la cosa se estaba negociando. Y, en efecto, actuó en Berlín, asombrando y entusiasmando a todos, y desde Alemania su fama se extendió a toda Europa.
(…)
Yo he visto hacer Norma a las más grandes figuras pero por mucha emoción y arte que pusieran en el papel, ninguna me ha fascinado como Jenny Lind. Su versión me parece la más conmovedora y auténtica. Norma no es una italiana furiosa, sino la mujer ofendida, la mujer que tiene corazón para sacrificarse por una rival inocente. La mujer a la que, en un momento de arrebato, puede ocurrírsele la idea de matar a los hijos del amante infiel pero que, al mirar a los inocentes a la cara, se siente desarmada.
Jenny Lind cantaba en sueco, los demás en danés y las dos lenguas hermanas se fundían bellamente sin molestar al oído. En La Hija del Regimiento, donde hay bastante diálogo, el sueco hacía, incluso, especialmente elegante. ¡Y qué manera de actuar! Aquello ya no era arte, sino la realidad misma. Nunca se ha visto en escena nada más auténtico. Lo que allí se muestra es una muchacha salvaje, criada en un campamento, pero cada uno de sus movimientos le sale a relucir el encanto, la nobleza innata. No hay duda que La Hija del Regimiento, y La Sonnambula son dos grandes creaciones de Jenny Lind, nadie puede comparársele en estos papeles. Con ellos reímos y lloramos y, al abandonar la sala, nos sentimos como quien sale de la iglesia, convertidos en personas mejores. Mendelsohn me dijo en una ocasión “En siglos no se había dado un ser así”.
Durante la mayor parte de la década de 1840, Lind trabaja sobre todo en Alemania, especialmente con Felix Mendelssohn en Leipzig, y en Viena. Viajó a Londres en 1847, donde a su primera actuación, en presencia de la reina Victoria en el Teatro de Su Majestad, el 4 de mayo de 1847, interpretando el papel de Alice en el Robert le diable, de Meyerbeer.
Mendelssohn estuvo presente en este debut, y su amigo, el crítico H.F. Chorley, que estaba junto a él, escribió “he visto como escribo la sonrisa con la que Mendelssohn, cuyo placer por el talento de mademoiselle Lind era ilimitado, volviéndose y mirándome como si una carga de ansiedad hubiera salido de su mente. Su adhesión al talento de mademoiselle Lind como cantante era desbordante tanto como eran su deseos de que ella tuviera éxito.
Mendelssohn trabajó con Lind en varias ocasiones y escribió para ella óperas como Lorelei, basada en las leyendas de doncellas del risco sobre el Rin de igual nombre que no llegó a terminar. También incluyó un Fa agudo en su oratorio Elijah (“Hear Ye Israel”) pensado para la voz de Lind. Aunque ella no interpretó dicha parte hasta después de la muerte del compositor, en un concierto en diciembre de 1848.
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Una declaración jurada del marido de Lind, Otto Goldschmidt, que se conserva actualmente en el archivo de la Mendelssohn Scholarship Foundation en la Royal Academy of Music de Londres, describe la petición de Mendelssohn a Lind en 1847 (cuando ésta aún no estaba casada) para fugarse con él a América. La declaración, aunque de conocimiento público, no es actualmente mostrada por la Mendelssohn Scholarship Foundation, a pesar de las peticiones realizadas para hacerla pública.
En julio de 1847, Lind protagonizó el estreno mundial de la ópera I Masnadieri, de Verdi, en Londres. Sus éxitos en esta época incluyen una gira por Gran Bretaña e Irlanda, así como actuaciones en el continente, haciéndose extremadamente popular y rica.
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Lind se convirtió también en una conocida filantrópica, de causas culturales y humanitarias. En enero de 1849, realizó un concierto en Norwich, organizado por la Sociedad Coral de Norwich. Tanto le gustaba la ciudad, que se quedó e hizo un par de conciertos gratuitos, cuya recaudación sirvió para la creación de un hospital para niños enfermos.
En el verano de 1849, visita a Chopin en París. Chopin se encuentra gravemente enfermo y en mala situación económica. También se dice que mantuvo una relación sentimental con él.
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En ese 1849, P.T. Barnum conoció el éxito de Lind, y de las masas de público que era capaz de atraer. Antes de eso, Barnum había visitado Europa con su principal atracción, General Tom Thumb. Aunque no había escuchado a Lind, sabía que las salas de conciertos se llenaban de público cuando ella cantaba, y que no era conocida sólo como cantante, sino por su virtud y caridad. En octubre de 1849, Barnum le encargó a un corresponsal inglés, John Wilton, que localizara a Jenny Lind y le hiciera una oferta. Lind quería fundar nuevas escuelas en Suecia, y la oferta de Barnum le podría proporcionar el dinero que necesitaba. Lind aceptó la oferta de Barnum: 1.000$ por noche (más gastos), por más de 150 conciertos en los EE.UU. Ella impuso además, los servicios de Julius Benedict, un director de orquesta y pianista alemán, con el que había trabajado en Inglaterra; y al barítono italiano Giovanni Belleti. Barnum se gastaría 187.500$ en llevar a Lind a Estados Unidos.
En agosto de 1850, antes de que Lind abandonara Inglaterra, Barnum le organizó un par de conciertos en Liverpool. Un crítico pagado por Barnum para cubrir los conciertos, describió el entusiasmo del público y su pesar por la marcha de la cantante. Esta crítica circuló por Europa y por América una semana antes de que Lind llegara a Nueva York, el 11 de septiembre de 1850. Alrededor de 40.000 personas acudieron a darle la bienvenida a la estrella. La campaña de marketing había funcionado.
Tras una reorganización del contrato y después de 93 conciertos por Estados Unidos, Barnum ganó unos 250.000$ y Lind unos 500.000$, donando gran parte de ese dinero a obras de caridad en EE.UU. incluyendo 1.000 $ para la contrucción de una iglesia en Chicago.
Los dos primeros conciertos fueron dos actuaciones benéficas en Nueva York, el 11 y el 13 de septiembre de 1850 en el Castle Garden Theatre, hoy conocido como Castle Clinton, en los que se recaudaron 10.141$ y 14.200$.
En septiembre Lind donó 5.000$ a su amigo el sueco Poly Von Schneidau, para que comprara una nueva cámara fotográfica para su estudio en Chicago y que serviría para sacar las primeras fotos de Abraham Lincoln.
Durante su estancia en los Estados Unidos, el 5 de febrero de 1852, Lind se casó con el pianista Otto Goldschmidt. El matrimonio regresó a Europa en mayo de 1852, estableciéndose en Inglaterra, donde tuvieron a tres hijos.
Lind abandonó su carrera artística cuando regresó a Europa, aunque continuó interpretando obras religiosas sobre todo de Bach. Pero ella se centró en sus obras filantrópicas y en la enseñanza de canto en la Royal College of Music. Su última actuación tuvo lugar en Düsseldorf, el 20 de enero de 1870, cantando el oratorio compuesto por su marido, “Ruth”.
Joan Sutherland, la que podemos considerar como la soprano que más se acercó a las características vocales de la soprano sueca, dedicó un disco a Jenny Lind
La relación entre Barnum y Lind, y esa gira de conciertos, inspiró la creación de un musical, “Barnum”, estrenado en 1980. En la actualidad se está llevando a cabo una versión cinematográfica de dicho musical, cuyos protagonistas son Hugh Jackman, que será P.T. Barnum y Anne Hathaway dando vida a Jenny Lind.
Una entrada muy interesante y muy documentada. La selección musical es igualmente estupenda.
ResponderEliminarGracias!!!!
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