Gerard Mortier. En El País:
Comenzó sus palabras hablando en español. Después, cuando hubo que entrar a fondo en los temas, se pasó al francés. Para quienes temían la depuración de Puccini, pidió calma: "Sé que debo respetar los grandes nombres del repertorio y mis gustos personales no deben influir a la hora de programar". Es más, con Puccini pudo solventar dos asuntos de un plumazo. El de sus recelos ante el creador de La Bohème y el de su relación con Plácido Domingo. El tenor había sido duro con su llegada. Llegó a declarar que para que Mortier recalara en el Real debía apaciguar su carácter. Mortier le respondió ayer: "Domingo es el más grande. Le he ofrecido cantar como barítono -hace algunas temporadas ha empezado a cantar papeles en esa tesitura- el Cavaradossi de Tosca en París, aunque nunca me contestó". (...)
Entre ellos habrá batutas europeas y españolas: "Me han hablado muy bien del trabajo de Pedro Halffter Caro y conozco a Pablo Heras Casado", dijo. Pero en su órbita se mueven otros músicos como Sylvain Cambreling, Seymon Bychkov y Esa-Pekka Salonen. "Mi sistema es el mejor y es el que pondré en práctica. Me criticaron al hacerlo en París, pero hoy la orquesta es mucho mejor".(...)
Otra de sus señas de identidad irrenunciables es la ópera del siglo XX y su compromiso con compositores vivos. "El 35% de la programación será de ese periodo. Existen muchas más óperas de esta época que de cualquiera de las otras. El público, a medida que conozca mejor la ópera contemporánea, escuchará de otra manera a Mozart, a Verdi o al mismo Puccini"
Si en ese aspecto las cosas se hacen con buen criterio, el interés del público, según Mortier, responde. Y él prefiere seducir que imponer: "No hay que dar las cosas hechas sin discusión, hay que invitar a la gente. Me enorgullezco de que en París un montaje del Wozzeck de Alban Berg agotase todas las entradas; en cambio, quedaron algunas para una Madama Butterfly...". (...)
La relación de Gérard Mortier con los creadores españoles ha sido intensa. En el mundo de las artes plásticas ha colaborado a fondo con Eduardo Arroyo, Agustín Ibarrola o Jaume Plensa. En el terreno escénico, introdujo nada más y nada menos que a la Fura dels Baus en Salzburgo en combinación explosiva con el Orfeón Donostiarra, y Lluís Pasqual ha montado varias óperas para él. Su confianza en algunos cantantes ha sido tan fructífera como sus desencuentros con otros como Domingo o Carreras. Pero le falta un nombre con el que ha soñado desde hace años: Pedro Almodóvar. "Sus películas son como óperas para mí", aseguraba a EL PAÍS después de la rueda de prensa, "ahora voy a conocerle".
En el ABC:
-¿El mejor teatro de ópera es el que tiene a los mejores cantantes?
-El centro de la ópera es la música. Y eso implica a los cantantes, a la orquesta, al coro... Los mejores cantantes no son, por otra parte, los que tienen las voces más bellas, sino los que pueden expresar mejor aquello que están cantando. Es más importante la emoción que la belleza de una voz, por eso Maria Callas era mejor que Renata Tebaldi. Y hay más. El escenario debe ser un espacio teatral. La escenografía no debe ser sólo decoración; quiero trabajar con pintores, escultores, artistas de video... Quiero que cuando un cantante diga «Te amo» no lo haga mirando al director de orquesta. La ópera no puede verse como un museo. Al marqués de Posa, en «Don Carlo», debe vérsele no como un personaje histórico, sino como a un ídolo, casi como una estrella de rock. Alguien que encarne los valores de la libertad, que quiere cambiar el mundo...
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