domingo, 2 de julio de 2006

Madama Butterfly


La famosa ópera de Giacomo Puccini con libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giocosa, nos explica la patética historia de una jovencísima geisha de Nagasaki, Butterfly (Cio-Cio-San), que confía ciegamente en el amor y en el retorno de un cínico oficial de la Marina americana, Pinkerton, que se ha casado con ella según una ley japonesa que le permite el repudio y ha regresado a su país. Cuando descubre que el hombre a quien ama incondicionalmente vuelve casado con una americana y pide hacerse cargo del hijo que ella ha tenido durante su ausencia, pone fin al sueño occidental que la ha poseído, recupera el mundo japonés que le es propio y se hace el haraquiri.La obra se centra esencialmente sobre el personaje de Cio-Cio-San, poseedora de una capacidad de amar y una delicadeza admirables, y a cuya sombra actúa con inteligencia y ternura la criada Suzuki; los otros personajes tienen menos relieve –el teniente Pinkerton, y Sharpless, cónsul de los Estados Unidos en Nagasaki– o son simples elementos pintorescos, como el casamentero Goro o el rico príncipe Yamadori. Por ello ha sido definida como un magnífico «monodrama», en el que la música tiene como único fin expresar la historia interior de la protagonista. La delicada partitura –con elementos de refinado exotismo– se adecua así perfectamente a la figura de la frágil y sensible protagonista.Puccini, ya famoso y querido por éxitos anteriores como La Bohème o Tosca, había quedado muy impresionado por la obra teatral del mismo título del dramaturgo americano David Belasco que presenció en Londres en 1900. La sentimental historia de la japonesa seducida y abandonada, que finalmente se quita la vida, se adecuaba perfectamente a su extraordinaria capacidad de conmover musicalmente que ya había demostrado en los teatros de ópera de todo el mundo. La ambientación exótica en un Extremo Oriente entonces en plena moda en Europa (Pierre Loti, Sullivan, Mascagni, etc.) también influyó en esta opción. A partir de la versión definitiva de 1906, se convirtió en pocos años en una de las partituras más representadas de toda la historia de la ópera.
Acto I
Pinkerton, joven teniente de la Marina norteamericana, ha encargado al alcahuete Goro le organice un casamiento circunstancial con una geisha, Cio-Cio-San, también conocida como Madama Butterfly. El teniente quiere una compañera durante su estancia en Japón, antes de volver a su país y casarse de verdad con una americana. Llega la novia con sus parientes y preparan la casa para la ceremonia, que se celebra con todas las formalidades y la asistencia del cónsul norteamericano, Sharpless. El tío bonzo de Cio-Cio-San irrumpe en la fiesta furioso, indignado porque la muchacha ha renunciado a su cultura y a su gente por un extranjero. Antes de salir, la maldice y la deja en un estado de gran abatimiento. Pinkerton consuela a la muchacha, la abraza amorosamente y la invita a entrar en la casa para pasar la noche de bodas.
Acto II
Hace tres años que Pinkerton se fue y Butterfly todavía cree en su retorno. La muchacha vive casi en la miseria con su fiel criada, Suzuki, y el hijo que tuvo del teniente. El cónsul, Sharpless, intenta convencer a Butterfly de que se case con un príncipe rico, Yamadori, del que la muchacha no quiere saber nada. Intenta explicarle, sin lograrlo, que Pinkerton no volverá y que, si lo hace, no será para verla de nuevo. Cuando las dos mujeres vuelven a estar solas, se escucha un cañonazo desde el puerto y reconocen un barco americano. La alegría enorme de Butterfly contagia a Suzuki, y ambas decoran la casa con flores mientras esperan la llegada de Pinkerton.
Acto III
Agotada de la larga vela, Butterfly se retira a reposar justamente cuando llegan Pinkerton y Sharpless, acompañados de una mujer americana que permanece en el jardín. Suzuki comprende que es la esposa de Pinkerton, el cual se siente incapaz de resistir la presencia de Butterfly y se va. Butterfly también lo comprende todo al salir de su habitación: no solamente le piden que renuncie a su esposo, sino también a su hijo. Butterfly declara que el pequeño estará a disposición de su padre al cabo de media hora. Una vez sola, coge la espada de su padre y, tras despedirse de su hijo, se hace el haraquiri. Cuando vuelve a la casa, Pinkerton la encuentra muerta.

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