Leopoldo II
y Tito Vespasiano
Se estrenó en el Teatro Nacional de Praga el 6 de septiembre de 1791, con el siguiente reparto:
-Tito Vespasiano, tenor Antonio Baglioni o Bagliano.
-Vitelia, soprano Maria Marchetti-Fantozzi.
-Servilia, soprano Signora Antonini, posiblemente, Antonia Campi
-Sexto, castrado Domenico Bedini.
-Annio, soprano Carolina Perini o P. Anchulina.
-Publio, bajo Gaetano Campi.
¿Reacciones? Pués, La clemenza di Tito no gustó en su estreno, quizás por la caducidad de un género como la opera seria, a la cual se adscribía y en claro declive desde hacía varias décadas. Es bastante conocida, en este sentido, la frase de la emperatriz Maria Luisa (hija de Carlos III, tenía que ser la criatura) refiriéndose a una ópera que tildó de “porcheria tedesca” (“porquería alemana”).
Mozart, fue contratado para realizar una opera seria y eso fue lo que hizo. Con toda seguridad, Mozart no quería componer una ópera con esa estructura “caduca”, pero ese era el encargo. ¿Consecuencias? la rigidez de la simetría de los personajes, esos recitativos que no eran suyos, la falta de teatralidad de la ópera y muchos defectos más. Pero hay algo más, ese algo más es la música de Mozart que consigue superar esos defectos. Por ejemplo, en las dos arias para obligado de clarinete (“Parto, parto”) y corno di bassetto de Sesto y Vitellia (“Non più di fiori”) en el primer y segundo acto respectivamente y que Mozart escribió para su amigo Anton Stadler (destinatario entre otros del concierto para clarinete escrito el mismo 1791 y de una obra anterior como el célebre quinteto KV 581), una buena obertura y magníficos conjuntos finales con coro (como el Deh conservate, oh Dei!).
Wolfy, era muy grande.
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